Conferencia "Notas epistemológicas sobre las relaciones entre sujeto y verdad: el cuerpo como inquietud", en el Congreso Internacional de Epistemología, "Tradiciones y rupturas, el escenario argentino e iberoamericano. UNLa, Mayo de 2016.
Publicado por
Silvana Vignale
0 comments
Etiquetas: cuerpo, epistemología, Filosofía contemporánea, genealogía, sujeto, verdad
Etiquetas: cuerpo, epistemología, Filosofía contemporánea, genealogía, sujeto, verdad
Publicado por
Silvana Vignale
0 comments
Etiquetas: actitud crítica, biopolítica, Filosofía contemporánea, filosofía. sujeto, Foucault, gubernamentalidad, política, vida
Etiquetas: actitud crítica, biopolítica, Filosofía contemporánea, filosofía. sujeto, Foucault, gubernamentalidad, política, vida
Vignale, Silvana
(CONICET- UDA)
Alvarez, Luciana (CONICET-
UNCUYO)
Gobernar las conductas: entre la vida y
la política
Nuestra
reflexión en torno a la actualidad del pensamiento de Michel Foucault parte de
una reactualización de nuestras lecturas en torno al cruce entre disciplina y
biopolítica, como formas de gobierno de las conductas, en una tensión
entre la vida y la política. Hace un año y a propósito del 40º aniversario de
la primera publicación de Vigilar y
castigar[1], sugerimos
la existencia de una dimensión biopolítica en Vigilar y castigar, aun cuando este haya sido el libro en que
Foucault caracteriza propiamente al poder
disciplinario. En aquella oportunidad, vimos que
era posible encontrar elementos que se corresponden con algunos de los
problemas y contenidos que desde los cursos de Foucault, de mediados de los
años 70’, comenzaron a identificarse con el concepto de biopolítica. Continuando
con aquellas relecturas, nos preguntamos aquí acerca de la posibilidad de
elucidar cierto devenir de algunas de las nociones propias del pensamiento
foucaulteano –que caracterizan el funcionamiento de una determinada forma de
poder–, devenir que permite mostrar la
actualidad de los conceptos utilizados por Foucault para pensar nuestro
presente. Nos referimos a la continuidad que podemos encontrar entre la
descripción del poder disciplinario, tal como se encuentra en 1975 en Vigilar y Castigar, con la pregunta de
1978 respecto a ¿cómo
ser otros de los que somos?. Ello
mediante el análisis de algunas derivas conceptuales, como las de “biopolítica”
y “gubernamentalidad”. Esta última noción supone cierta ampliación del gobierno
de los otros a la consideración también del gobierno de sí mismo, lo que nos
abre una nueva dimensión respecto de la genealogía del poder foucaulteana, referida
a la posibilidad de la autodeterminación subjetiva por medio de una actitud
crítica o ethos.
De este modo
queremos seguir un anudamiento entre disciplina y biopolítica –en su modulación
gubernamental por lo menos, lo que no excluye necesariamente otras derivas–,
que abre una de las vías posibles para leer la bisagra entre lo que se ha denominado
el periodo genealógico –o el momento de análisis sobre las relaciones de poder–,
y el periodo ético o momento de análisis de las prácticas de sí. La ampliación
de la noción de gubernamentalidad permite a Foucault expresar de modo más
acabado el nudo entre procesos de veridicción, formas de gobierno y constitución
subjetiva. Decimos que es posible leer allí una bisagra en cuanto el giro en
sus investigaciones a comienzos de los años 80’ no implicó un corte, ni mucho
menos un salto, sino el inicio de una reflexión crítica en relación a todo lo precedente[2] que permite
comprender, además, la emergencia de las contraconductas en correlación con la
preocupación por el gobierno de los otros.
Lo biopolítico: tensiones y
declinaciones
La pluma y la
verba de Foucault hicieron de la noción de biopolítica, así como de otros
términos, una noción esquiva y problemática. Las múltiples referencias a las
que ella alude, especialmente en sus cursos, han posibilitado su utilización
expansiva, cuando no abusiva. Con el afán de precisar aquello a lo que el
término “biopolítica” refiere en la obra de Foucault, seguimos la
caracterización realizada por Thomas Lemke, Monica Casper y Lisa Moore en Biopolitcs. An Advance Introduction[3]. De
acuerdo con Lemke, Casper y Moore, cuando Foucault introduce el término
biopolítica, produce un desplazamiento tanto respecto de las perspectivas naturalistas,
para las que la vida constituye la base del orden político, así como de
aquellas que conciben la vida como objeto de control y regulación del orden
político.[4]
En relación a
ambas tendencias, la noción foucaulteana de biopolítica insiste en la
inestabilidad de cada uno de estos polos: vida y política. Si hay algo que ella
introduce es la inestabilidad y la fragilidad de los bordes entre vida y
política. A partir de la noción de “biopolítica”, la vida –lejos de ser el
fundamento estable y transhistórico–, constituye a la vez un producto
artificial y transformable por procesos sociales y relaciones de poder. Del
mismo modo, la política deja de ser un ámbito externo y ajeno a una naturaleza
dada que debe regular. Por el contrario, la política se ve profundamente
transformada en sus fines y objetivos a partir de tomar en cuenta que involucra
a seres humanos que son al mismo tiempo sujetos jurídicos y seres vivientes. De
esta manera la “vida”, desde la perspectiva foucaulteana de la biopolítica, no
constituye el fundamento ni el objeto de la política, sino su borde: un borde
que debe ser a la vez respetado y sobrepasado, en tanto la vida supone tanto
una dimensión dada como históricamente transformable.
Ahora bien, como
referimos, Foucault mismo no es estricto en el uso de la noción de “biopolítica” y pueden apreciarse diversos
contextos y problemas en relación a los cuales ella aparece. En los cursos del Collège de France parecen trazarse
distintos usos: uno, relativo a la ruptura o desplazamiento que en términos del
pensamiento político y de las practicas supone la biopolítica en relación al
poder de soberanía; otro, relativo al rol central que los mecanismos
biopolíticos tuvieron en el ascenso del racismo de Estado; y finalmente, en los
cursos de 1977 y 1978, la noción de biopolítica refiere a las singularidades
del arte de gobernar propio de las formas liberales de regulación social y
autogobierno[5], es
decir la gubernamentalidad liberal. La noción de gubernamentalidad como
gobierno de las conductas supone que las relaciones de poder se conforman a
través de la guía y la conducción, estructurando y encuadrando el campo de
acciones posibles de los sujetos[6]. En
cuanto en la Modernidad, la vida es objeto de normalización biológica, pero al
mismo tiempo aquello que nunca queda atrapado en los mecanismos que pretenden
controlarla. Como señala Edgardo Castro, “las categorías de gobierno y de
gubernamentalidad, hacia las que se encamina el análisis foucaulteano del
biopoder, buscan precisamente dar cuenta de lo uno y lo otro”.[7]
Es desde aquí
que adscribimos a una noción de biopolítica que no reduce el término a su
dimensión regulativa (entendida estrictamente como el ejercicio de un poder
sobre la vida de la población –tal como puede encontrarse en la última clase
del curso Defender la sociedad), sino
como una tensión entre vida y política. A riesgo de no quedarnos con la
literalidad de los pocos pasajes foucaulteanos en que se menciona el término
“biopolítica”[8],
decidimos transitar las entrelíneas de algunos otros textos, buscando mostrar
su alcance hasta el propio nivel disciplinario, o –dicho de otra forma–, de
mostrar las tensiones entre vida y política en un ámbito que no se circunscribe
a la esfera global del gobierno de los otros desde el punto de vista de la
población, sino también al nivel del gobierno de las conductas, dentro de la
esfera del individuo.
El filo gubernamental de la disciplina
En el acápite
titulado “Los medios del buen encauzamiento”[9]
Foucault refiere de múltiples maneras a la existencia y necesidad de un cauce,
una guía, a través del cual casi espontáneamente las singularidades corporales
irán poco a poco construyéndose, modelándose, conformándose en tanto niños,
estudiantes, trabajadores, enfermos, funcionarios… es decir, poco a poco
subjetivándose condicionados por una codificación capaz de producir en ellos
una serie de aptitudes, de disposiciones voluntarias, de conductas.
Pero lo más
significativo de Vigilar y castigar en
relación a la noción de gobierno proviene de una dimensión que ha pasado
mayormente inadvertida: lo incorporal como objeto y blanco de los mecanismos
disciplinarios. Foucault lo dice de este modo: "No tocar ya el cuerpo, o
lo menos posible en todo caso, y eso para herir en él algo que no es el cuerpo
mismo"[10]. Si
entendemos la biopolítica como borde o inestabilidad entre vida y política, es
posible que podamos reconocer estas tensiones en el nivel de la disciplina o
anátomo-política. ¿Qué significa tocar en el cuerpo algo más que el cuerpo
mismo? ¿Qué es ese algo sino aquella alma o incorpóreo que la propia
intervención sobre el cuerpo produce? ¿Qué sino una intervención directa sobre
la vida? La reclusión, la prisión, el trabajo forzado ciertamente son penas físicas,
pero no lo son en igual medida que los
suplicios. Si bien hay un poder que recae sobre el cuerpo, éste no es sino un
intermediario. Si se interviene sobre él, no es porque el castigo se aplique al
cuerpo mismo, sino, por ejemplo, sobre la libertad, considerada como un derecho
y un bien. El cuerpo va quedando de lado, sujeto a un dualismo en el cual gana
preponderancia el alma, para luego recluirse en las abstracciones del individuo
y la persona, y en el sujeto de derecho. De esta manera, si bien el cuerpo
sigue siendo objeto de la pena, ya no es directamente sobre él que se busca el
castigo. En todo caso, podemos ver una tensión entre lo corpóreo y lo
incorpóreo, un modo de ser objeto del castigo en el que el cuerpo se vuelve un
recurso para algo-otro, en la medida en que se busca neutralizar un estado de
peligrosidad: la criminalidad, y no el crimen, deviene el objeto de esta nueva
forma de castigar, haciendo patente, nuevamente, ese corte entre la abstracción
de los conceptos y la concreción de los hechos, entre lo potencial y lo
efectivo, en la fallida recomposición entre el derecho y la vida. En cierto
modo, las disciplinas modulan los cuerpos, sus gestos y sus disposiciones
espacio-temporales, como forma de gobernar, de conducir las potencias que ellos
encarnan. Lo (in)corporal devela no sólo la inestabilidad del
"cuerpo" en Vigilar y castigar, sino además nos abre una
puerta a la articulación que subyace entre disciplinas y gubernamentalidad.
A los fines de
nuestra reflexión resulta casi indiferente marcar la especificidad propia tanto
del poder disciplinario como del gobierno o gubernamentalidad, que no
pretendemos desconocer[11].
Nuestra inquietud es otra: buscamos los puntos de cruce, los apoyos, que nos
permitan situar la disciplina y sus dispositivos en el horizonte de la noción
foucaulteana de gobierno. Y con ello revisar críticamente el proceso por el cual
nos constituimos en sujetos para reconocer allí la posibilidad de conductas-otras
como prácticas de libertad.
Gubernamentalidad: ampliaciones y
derivas conceptuales
Pues bien,
centrémonos a partir de aquí en la noción de gubernamentalidad. Es bien
conocida la caracterización foucaulteana de la gubernamentalidad que aparece al
comienzo del curso Seguridad, territorio,
población:
“Con esta palabra,
´gubernamentalidad´, aludo a tres cosas. Entiendo el conjunto constituido por
las instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y
las tácticas que permiten ejercer esa forma bien específica, aunque muy
compleja, de poder que tiene por blanco principal la población, por forma mayor
de saber la economía política y por instrumento técnico esencial los
dispositivos de seguridad.”[12]
Nuevamente,
nuestro acercamiento busca ir más allá de esta definición que supondría dos
reducciones de las que pretendemos deshacernos: por un lado, cierta
identificación de lo biopolítico con la gestión o administración de conjuntos
poblacionales; y por otro, cierta identificación de los mecanismos de poder con
mecanismos de dominación. Como dijimos hace un momento, la biopolítica puede
pensarse a partir de los problemas relativos a los bordes entre vida y
política, bordes o fronteras que no se encuentran nítidamente contorneadas,
sino que tienden más bien a yuxtaponerse en cierta zona de indiscernibilidad. En
relación a la segunda cuestión, nuestra reflexión se sostiene sobre una noción
de gubernamentalidad que busca arrojar mayor claridad respecto de lo que
Foucault había denominado en primera instancia como “relaciones de poder”, y
por lo tanto, no se reduce de manera alguna a mecanismos de dominación, aun
cuando ellos puedan funcionar al interior o junto con relaciones de poder. En
todo caso, y como referimos anteriormente, la noción de gobierno y
gubernamentalidad buscan dar cuenta de un doble registro, tanto de aquél que
muestra cómo la vida se vuelve objeto de normalización y regulación, como aquél
que busca mostrarla en cuanto exceso, como lo que siempre puede escapar a los
mecanismos de coacción y codificación.
De todas formas,
aquella noción de gubernamentalidad se ve ampliada en el curso en el Collège
de France de 1980-1981, luego de situar el proyecto del año que tiene como
hilo conductor las “técnicas de sí”, es decir, de situar el imperativo del
“conocerse a sí mismo” en la interrogación más amplia de ¿qué hacer de sí
mismo?, ¿qué trabajo realizar sobre sí mismo?, ¿cómo gobernarse a sí mismo?
En el resumen de aquel
curso titulado “Subjetividad y verdad”, Foucault pretende mostrar su proyecto
en la intersección de dos temas, el de una historia de la subjetividad y el
de un análisis de las formas de «gubernamentalidad».
“Por lo que se refiere al estudio de la
«gubernamentalidad», éste respondía a un doble objetivo: realizar la crítica
necesaria de las concepciones corrientes del «poder» (pensado más o menos
confusamente como un sistema unitario, organizado en torno a un centro
que es al mismo tiempo su origen, y que debido a su dinámica interna tiende
siempre a extenderse); y, por el contrario, analizarlo como un dominio de
relaciones estratégicas entre individuos o grupos -relaciones en las que está
en juego la conducta del otro o de los otros, y que recurren, según los
casos, según el marco institucional en el que se desarrollan, según los grupos
sociales o según las épocas, a procedimientos y técnicas diversas-. (…). Y de este modo se podría recuperar, bajo otro aspecto, la
cuestión de la «gubernamentalidad»: el gobierno de sí por uno mismo en su
articulación con las relaciones habidas con algún otro (autrui) (según
lo encontramos en la pedagogía, en los consejos de conducta, en la dirección
espiritual, en la prescripción de modelos de vida, etc.).”[13]
Más allá,
entonces, de aquella caracterización inicial de la gubernamentalidad, es
posible seguir la distinción que realiza Lemke respecto de las derivas
principales que el desarrollo de la noción de gubernamentalidad implica en el
pensamiento de Foucault: una perspectiva de análisis de las relaciones del
poder no reductible al consenso ni a la violencia, a la vez que una noción que
permite diferenciar entre relaciones de poder y relaciones de dominación e
identificar relaciones entre política y ética[14].
Ahora bien, esta
producción de la subjetividad (del alma moderna en Vigilar y castigar, o propiamente del individuo como titular de
derechos) es un efecto de las relaciones
de poder. Aunque aquello de que el poder, en su forma disciplinaria, “fabrica
individuos”[15], si
bien se refiere propiamente en Vigilar y
castigar a los mecanismos mediante los cuales la disciplina moldea y da
forma a las subjetividades, no se reduce a ello, puesto que la disciplina “…es la
técnica específica de un poder que se da los individuos a la vez como objetos y
como instrumentos de su ejercicio”[16]. Si la
disciplina se redujera a la coerción e imposición, tendríamos que concluir
–como muchas malas o parciales lecturas sobre Foucault– en que no hay
posibilidad para la libertad, y que el sujeto es un mero producto o efecto del
poder. Con ello también estaríamos expresando una noción de poder que Foucault
considera una retroversión histórica, esto es, pensar las relaciones de poder
como relaciones de soberanía, dicho simplificadamente como opresión de unos
sobre otros. Pero el propio Foucault se ha ocupado de destacar en innumerables
pasajes que no se trata de saber qué es el poder –pregunta metafísica, en
cuanto supone una esencia–, sino de su funcionamiento. Y que el funcionamiento
del poder, a partir del siglo XIX es capilar, y se extiende en diversos
sentidos en la trama de nuestras sociedades, por lo tanto circula, no está ni
aquí ni allá, no tiene centro.
Toda resistencia
forma parte de aquellas relaciones de poder, y nunca se encuentran por fuera de
ellas. De modo que, si se hace necesario pensar en formas de resistencia en
relación a los modos de subjetivación, éstas no pueden pensarse como algo
exterior al mismo poder que nos produce como individuos. Nos acercamos con esto
a algo de lo que hablaremos más adelante, esto es, la posibilidad de una
actitud crítica o a una práctica de libertad que permite, al tiempo que determinadas
técnicas nos codifican, ejercer determinadas otras que nos desujecionan. Esto
es lo que Foucault denomina “contraconductas” en el marco de sus análisis
históricos del poder pastoral.
Contraconductas como formas de
resistencia
Reconocer la dimensión
gubernamental de la disciplina supone que en ella operan no sólo técnicas y
procedimientos que tienen por objeto la codificación de la conducta de los
otros. Así, algunos años después de la
publicación de Vigilar y castigar
Foucault retoma:
“Cuando estudiaba los asilos, las prisiones, y todo eso insistí demasiado,
creo, en las técnicas de dominación. Lo que podríamos llamar disciplina es algo
realmente importante en este tipo de instituciones, pero es sólo uno de los
aspectos del arte de gobernar en nuestras sociedades. No debemos entender el
ejercicio del poder como pura violencia o coerción estricta. El poder consiste
en relaciones complejas: estas relaciones involucran un conjunto de técnicas
racionales, y la eficiencia de esas técnicas se debe a una sutil integración de
tecnologías de coerción y tecnologías de sí”[17].
Es posible
establecer una correlación entre la noción de “gobierno de sí y de los otros”,
aludiendo a las dos dimensiones que supone la gubernamentalidad, y la noción de
conducta. Claramente, el gobierno como
modalidad de ejercicio del poder implica tanto técnicas de coerción como
técnicas de sí. Es decir, supone una dimensión en la que los propios sujetos
involucrados desarrollan prácticas que materializan dicha relación de conducción.
El término conducta “…se refiere a dos
cosas. Es la actividad consistente en conducir, la conducción, pero también la
manera de conducirse, la manera de dejar conducirse, la manera como uno es
conducido y, finalmente, el modo de comportarse bajo el efecto de una conducta
que sería acto de conducta o de conducción…”.[18]
En las clases del 1º y el 8 de marzo de 1978[19] dedicadas a lo que
Foucault mismo denominó
“contraconductas” con relación a las resistencias sociales desplegadas frente
al pastorado en la Edad Media, refiere la existencia de una correlación
constitutiva entre las reglas y procedimientos que tienen por objeto conducir
el comportamiento y la vida de los gobernados y las acciones desplegadas por
quienes no aceptan ser conducidos de determinada manera y/o por determinadas
personas.[20]
Correlación que sólo es comprensible a partir de entender que toda codificación
de las conductas supone, constitutivamente y en alguna medida, prácticas de
auto-conducción o auto-gobierno.
Si la cuestión del poder en su determinación biopolítica se encuentra
relacionada con el gobierno o la conducción de la vida de los sujetos
(sujetados) gobernados, aquello que escapa a ese control o gobierno constituye
una resistencia a ser conducidos por determinadas personas y/o en función de
determinados métodos y fines, de acción.[21] A su vez, como
resistencia, una práctica del sujeto tendiente a la conducción de sí por sí
mismo, posee un carácter productivo en cuanto implica conducirse de acuerdo a
elecciones y decisiones ajenas a ciertas tecnologías de gobierno. En relación a
ello, Foucault llegó a sostener: “… es preciso sospechar algo así como una
imposibilidad de constituir en la actualidad una ética de sí, cuando en
realidad su constitución acaso sea una tarea urgente, fundamental,
políticamente indispensable, si es cierto después de todo, que no hay otro
punto, primero y último, de resistencia al poder político que en la relación de
sí consigo…”.[22]
Gobierno y actitud crítica
Hasta aquí hemos
caracterizado las nociones foucaulteanas de biopolítica y gubernamentalidad,
buscando señalar aspectos relativos a la posibilidad de inscribir aquello que,
en Vigilar y castigar, Foucault
denomina el “poder disciplinario” como una determinada forma de gobierno de las
conductas.
A continuación
buscamos elucidar algunos pasajes foucaulteanos, menores o marginales respecto
de la circulación de su obra, que a nuestro entender permiten comprender la
aparición de las contraconductas en la modernidad en ciernes, propiamente en el
momento en que cada vez se hace más importante e inquietante el problema acerca
de cómo gobernar a los otros. La emergencia de aquellas manifestaciones pueden
ser comprendidas a la luz de lo que Foucault ha denominado “actitud crítica”.
Se trata de un momento histórico signado por aquella preocupación por el arte
de gobernar, asociado a un proceso de secularización que busca la emancipación
racional del tutelaje dogmático de la Iglesia Católica. Respecto de aquél
momento, Foucault no dejó de señalar sus ambivalencias y paradojas, en una
genealogía de doble filo: “…las luces que han
descubierto las libertades también
inventaron las disciplinas”.[23]
Hay diferentes
lugares donde Foucault se ocupa de la crítica, incluso él mismo se adscribe, en
una historia del pensamiento a la tradición crítica de Kant. En
el Dictionnaire des philosophes, es
el propio filósofo quien escribió la entrada “Foucault” con un pseudónimo, el
de Maurice Florence, situando a su empresa en el
marco de la tradición crítica kantiana, como una “Historia crítica del pensamiento”[24] que: “…sería un análisis de las
condiciones en las que se han formado o modificado ciertas relaciones entre
sujeto y objeto, en la medida en que éstas constituyen un saber posible”.[25] Encontramos por lo tanto dos desplazamientos
respecto de la crítica kantiana en su propia definición: en primer lugar, en
cuanto se desplaza de las condiciones formales del objeto hacia la relación
entre sujeto y objeto. Y en segundo lugar, en cuanto ya no se trata de atender las
condiciones formales sino las condiciones históricas de las relaciones entre
sujeto y objeto; por lo tanto, no es una crítica trascendental, sino una
crítica histórica.
Aquella adscripción a la historia crítica del pensamiento no es el único
lugar en donde se ocupa de Kant y de la crítica. Hay dos textos en los que
sugiere que la actitud crítica es una actitud de modernidad, ambos vinculados a
la pregunta kantiana “¿qué es la ilustración?”. Uno de estos textos es la clase
introductoria del curso El gobierno de sí
y de los otros. El otro, del año siguiente, en una publicación bajo la
dirección de Paul Rabinow. Nos centraremos fundamentalmente en el primero de
ellos a los fines de nuestro trabajo.
En
1983, el curso sobre El gobierno de sí y de los otros, que está situado en las
investigaciones relativas a las relaciones entre sujeto y verdad, se dedica al
análisis de la noción de parrhesía,
el decir veraz o franco en la Grecia clásica. Sin embargo, el comienzo del
curso es un análisis del texto de Kant Was ist Aufklärung? (¿Qué es la Ilustración?) de 1784, en el cual interpreta aquella famosa cita en que
Kant sostiene que la Ilustración es la salida del hombre de su minoría
de edad, de la cual es culpable no por un defecto del entendimiento, sino por
la falta de coraje para valerse de él. Y la referencia a una actitud, un modo
de comportamiento, una forma de voluntad que es general y permanente y que
expresa una situación de hecho por la cual unos toman la dirección de otros, es
decir, un estado de dependencia respecto de otro. El ejemplo kantiano es
triple: la dependencia se muestra cuando un libro reemplaza nuestro
entendimiento, cuando un director espiritual ocupa el lugar de nuestra
conciencia, cuando un médico decide en vez de nosotros sobre nuestra vida.
Foucault ve en estos tres ejemplos (libro, director de conciencia, médico) las
tres Críticas, aunque el texto no lo
diga explícitamente.
Foucault
señala que la sobreimposición de la dirección de los otros no se debe a la
violencia de la autoridad, sino a la “pereza” y la “cobardía”, es decir, a un
déficit en la relación de autonomía consigo mismo. Por eso “lo que la Aufklärung deberá hacer, lo que está
haciendo, es justamente redistribuir las relaciones entre el gobierno de sí y
gobierno de los otros”.[26]
Foucault concluye que hay minoría de edad “cuando obedecer se confunde con no
razonar”,[27]
y destaca que “obedeced, no razonéis” es el precepto en un estado de minoría de
edad, y la forma en que se ejerce de ordinario la disciplina militar, el poder
político y la autoridad religiosa.[28]
La mayoría de edad proviene no cuando el hombre no tiene que obedecer, sino
cuando obedece en el marco de lo que puede entenderse como un derecho a pensar
como se quiera, con tal que se obedezca como se debe.
En
el artículo aparecido en The Foucault
Reader, en 1984, y
dirigido por Paul Rabinow, Foucault plantea el tema de la
Aufklärung
como un tipo de interrogación filosófica que problematiza, a la vez, la
relación con el presente, el modo de ser histórico y la constitución de sí
mismo como sujeto autónomo. Y subraya la idea de que se trata de una cierta
reactivación permanente de una actitud o ethos
filosófico que se podría caracterizar como crítica permanente de nuestro
ser histórico.[29]
Un ethos
filosófico que consiste en “una crítica de lo
que decimos, pensamos y hacemos, a través de una ontología histórica de
nosotros mismos”.[30]
Es una actitud límite, marcada por la crítica, que nos invita a saber los
límites de lo que se da como universal, necesario, obligatorio. De manera que
no se buscan estructuras formales con valor universal, como en una crítica
trascendental, sino los acontecimientos que nos han conducido a constituirnos y
reconocernos como sujetos de lo que hacemos, de lo que pensamos, de lo que
decimos. No se busca hacer posible la metafísica, sino “relanzar tan lejos y
como sea posible el trabajo indefinido de la libertad”.[31]
De esta forma, podemos ver una inquietud política por el presente, que
hace que Foucault busque un tipo de ejercicio de la filosofía que
establezca, al mismo tiempo, la posibilidad de intervenir el presente para
transformarlo, de modo que la pregunta deja de ser quiénes somos en este momento. La pregunta, con la actitud crítica,
se vuelve ¿qué debemos hacer de nosotros
mismos? ¿Cómo ser otros de los que somos? tensionando el presente hacia un
porvenir.
Sin
embargo, con anterioridad a estos análisis, en 1978 Foucault había dictado una
conferencia donde ya había planteado aspectos acerca de la actitud crítica,
como una actitud que tiene su emergencia en la modernidad, con un
tratamiento desde el punto de vista ético, como una “actitud” o “modo de vida”,
aquello que los griegos denominaban “ethos”,
cuya relevancia epistemológica queremos destacar, tratándose de textos
marginales respecto de lo que se considera como corpus de la obra foucaulteana, y que a nuestro juicio deben ser
rescatados como parte de un material que expresa los procesos y la construcción
de conceptos en la investigación de Foucault.
La conferencia
se titula “¿Qué es la crítica? (Crítica y Aufklärung)”
y se pronuncia en la Sociedad Francesa de
Filosofía. En ella Foucault destaca que más
allá de la empresa kantiana y las pequeñas actividades polémico-profesionales,
ha habido en la modernidad de Occidente una “cierta manera de pensar, de decir,
también de actuar, una cierta relación con lo que existe, con lo que sabemos,
con lo que hacemos, una relación con la sociedad, con la cultura, también una
relación con los otros, y que podríamos llamar, digamos, la actitud crítica”.[32]
Foucault muestra de esta manera cómo –si bien en una historia del pensamiento
es ineludible la empresa kantiana de la crítica– la emergencia de una actitud
crítica debe ser estudiada dentro de un marco histórico en el cual existe una
preocupación central respecto de la pregunta por el gobierno de los otros. En
los siglos XV y XVI hubo, sobre todo, una preocupación acerca de cómo gobernar.
La dirección de las conciencias es un arte de gobernar a los hombres. Luego,
este arte de gobernar se desplaza de lo religioso a lo político, pero también
se diversifica en instituciones y disciplinas. Pero esta gubernamentalización,
característica de estas sociedades, no puede ser disociada de otra preocupación
que florece en ese mismo momento, que es la cuestión de “¿cómo no ser gobernado?”. Cómo no ser
gobernado que no debe comprenderse como una voluntad de no ser gobernado de
ninguna manera, o en absoluto. Sino de “…cómo no ser gobernado de esta forma, en el nombre de estos
principios, en vista de tales objetivos y por medio de tales procedimientos, no
de esa forma, no para eso, no por ellos”.[33]
Esta actitud insubordinada, este principio de desobediencia, Foucault lo
denomina “actitud crítica”. Es una actitud a la vez moral y política, y una
manera de desconfiar de estas artes, de recusarlas, de limitarlas, de
transformarlas, cuyo peso específico recae en la subjetivación: “el arte de no
ser de tal modo gobernado”.[34]
Lo que nos conduce, directamente, al ámbito de lo que hemos mencionado
antes como las contraconductas y su relación con la cuestión del gobierno.
Este
“no querer ser gobernado de tal modo” implica tres puntos de anclaje
históricos, en relación con la verdad, con el poder y con el sujeto. En cuanto
a la verdad, en la medida en que implicaba, en un momento en que el gobierno de
los hombres se vinculaba a la autoridad de la Iglesia, cuestionar la
interpretación de las Escrituras, es decir, poner en entredicho el dogma. En
cuanto al poder, es no querer aceptar las leyes porque son injustas o porque
esconden en la figura del soberano una ilegitimidad esencial. La crítica se
expresa oponiendo a esa violencia unos derechos universales e imprescriptibles
a los cuales todo gobierno debía someterse. Por último, y respecto del sujeto,
es no aceptar como verdadero lo que una autoridad nos dice como verdad
(cuestión que desarrollará posteriormente en los análisis de los textos sobre
la interrogación por la Ilustración que citamos anteriormente). Así,
“Si la gubernamentalización es este movimiento por el cual se trataba,
en la realidad misma de una práctica social, de sujetar a los individuos a
través de unos mecanismos de poder que invocan una verdad, pues bien, yo diría
que la crítica es el movimiento por el cual el sujeto se atribuye el derecho de
interrogar a la verdad acerca de sus efectos de poder, y al poder acerca de sus
discursos de verdad; pues bien, la crítica será el arte de la inservidumbre
voluntaria, el de la indocilidad reflexiva. La crítica tendría esencialmente
por función la desujeción en el juego de lo que se podrá denominar, con una palabra,
la política de la verdad”.[35]
[36]
Como
se ve, todavía aquí, por estos años, la cuestión del gobierno es entendida como
el gobierno de los otros, frente a la cual la actitud crítica es la
insubordinación e indocilidad respecto de un tal gobierno. Más adelante, como
ya hemos expuesto anteriormente, la relación con uno mismo, aquí presentada
bajo la forma de la actitud crítica, es interpretada como una forma de gobierno
también, la del gobierno de sí. Aunque esto se encuentre de modo subrepticio,
en la medida en que la desujeción de una
política de la verdad supone un juego entre uno mismo y lo que se establece
de antemano como verdadero. Se trata del cuestionamiento a ese estatuto de
verdad en cuanto coactivo, que desnuda las relaciones entre la verdad y el
poder. Y con ello un doble juego, a la vez político y epistemológico, cuya
injerencia filosófica no es teórica, sino práctica. La actitud crítica convoca
una libertad que cuestiona lo establecido.
Con respecto a
la referencia a Kant que mencionamos a propósito de la pregunta por la
ilustración, y luego de las definiciones sobre la crítica de la conferencia de
1978, queremos destacar uno de los puntos máximos de tensión respecto de la
actitud que busca salir de la minoría de edad.
Foucault habla de las contraconductas como la búsqueda de “cómo no ser
gobernado” y de “un arte de la inservidumbre voluntaria y de la indocilidad
reflexiva” (en un contrapunto con la noción de gobierno y obediencia). Ahora
bien, como vemos a partir del análisis, si bien Foucault retoma aspectos de la
crítica kantiana, da un nuevo giro en relación a las prácticas de libertad. Mientras para Kant la ilustración
llegaría con un “sapere aude”, y
mediante el uso público de la razón, Foucault destaca una actitud de
indocilidad y desobediencia. La división entre uso público y uso privado de la
razón, permite a Kant mantenerse en los límites del contrato con aquellos que
gobiernan a los otros “razonad cuanto queráis (en el uso público), pero
obedeced (en el uso privado, en cuanto se forma parte como una pieza del
engranaje de la sociedad)”. Pero de acuerdo a las definiciones de la actitud
crítica foucaulteanas, el germen de las contraconductas –y de la posibilidad de
desujecionarse de aquello que se le ha impreso desde técnicas coactivas– reside
no sólo en la posibilidad de hacer un uso público de la razón y de ejercer el
propio entendimiento sin el tutelaje de otro, sino en una actitud o ethos, en un modo de vida. Por eso se
trata de una dimensión ética o ético-política en donde se hace posible no
solamente un diagnóstico adecuado de nuestro presente, sino también la
transformación de lo que somos. Una actitud crítica o modo de vida que supone
la posibilidad de una autodeterminación y autoconstitución subjetiva, en
desobediencia a los principios (discursos y prácticas) que nos constituyen,
posible gracias a lo que Foucault llama “prácticas de libertad”.
*
Sin pretender
concluir, sino más bien con la intención de señalar los puntos que nos han
permitido armar nuestro recorrido, hemos buscado mostrar cómo es posible hilvanar aquello del poder
disciplinario, conforme lo caracterizó Foucault en Vigilar y Castigar en 1975, con la pregunta de 1978 respecto a ¿cómo ser otros
de los que somos?, a través de un
análisis de las derivas conceptuales de la “biopolítica” y la
“gubernamentalidad”. Hemos expuesto que es posible vislumbrar formas de
resistencias propias de las relaciones de poder en juego atendiendo a los
aspectos trabajados por Foucault respecto de la crítica. Sin reducir esta
tensión a una “biopolítica afirmativa” (en la que recae Esposito, y ha sido muchas
veces cuestionada), la noción de gubernamentalidad permite visibilizar
resistencias propias de un sujeto que se constituye en el entramado histórico,
y donde las disciplinas moldean su
constitución, sin quedar absolutamente determinado por ello. Con la actitud
crítica como ethos, Foucault demuestra que es posible una filosofía crítica que determine
las condiciones y posibilidades indefinidas de transformación del sujeto,
reelaborando la noción kantiana y desplazándola al plano de lo histórico, de lo
ético y de lo político.
Bibliografía
Castro, Edgardo, Lecturas foucaulteanas: una historia conceptual de la biopolítica.
La Plata: UNIPE, 2011.
Foucault, Michel, Historia de la sexualidad.
Vol. 1. La voluntad de saber. Buenos Aires: Siglo XXI, 1977.
Foucault, Michel, The Politics of Truth, New Tork: New Press, 1997.
Foucault, Michel, Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión, Buenos Aires: Siglo
XXI Editores Argentina, 2002.
Foucault, Michel,
Seguridad, territorio, población.
Curso en el Collège de France: 1977-1978, Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica, 2006.
Foucault, Michel,
Nacimiento de la biopolítica.
Curso en el Collège de France 1978-1979. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Foucault, Michel. El Gobierno de sí y de los otros. Curso en el Collège de France
1982-1983, trad. Por Horacio Pons.
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2009.
Foucault, Michel, La hermenéutica del sujeto. Curso en el Collège de France 1981-1982.
Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2009.
Foucault, Michel. “Subjetividad y verdad”. En: Obras
esenciales. Barcelona: Paidós, 2010.
Foucault, Michel, “¿Qué es la Ilustración?” En: Obras esenciales, Barcelona: Paidós,
2010.
Lemke, Thomas, Foucault,
Governmentality, and Critique. New York: Paradigm Publishers, 2012, p. 17.
Lemke,
Thomas, Casper, Monica y Moore, Lisa. Biopolitics. An Advanced Introduction, New York: New York Press,
2012.
Vignale, Silvana, “Foucault, actitud crítica y
modo de vida”. En Diálogos, Revista del Departamento de Filosofía, Universidad de
Puerto Rico. Año XLV, Número 94, Diciembre de
2013. ISSN 0012-2122, pp. 6-32.
Vignale, Silvana, Jacky,
E., Palermo, F., Bellene, N. y Alvarez, L., “Relecturas de Vigilar y castigar: lo (in)corpóreo
y lo biopolítico” ponencia presentada en las Jornadas "Discurso y Poder: Foucault, las Ciencias Sociales y lo
Jurídico" (A 40 Años de la Publicación de Vigilar y Castigar),
Universidad Nacional de Lanús, Buenos Aires, Argentina, julio de 2015.
[1] Vignale, Silvana, Jacky,
E., Palermo, F., Bellene, N. y Alvarez, L., “Relecturas de Vigilar y castigar: lo
(in)corpóreo y lo biopolítico” ponencia presentada en las Jornadas "Discurso y Poder: Foucault, las Ciencias Sociales y lo
Jurídico" (A 40 Años de la Publicación de Vigilar y Castigar),
Universidad Nacional de Lanús, Buenos Aires, Argentina, julio de 2015.
[2] Cf. Vignale, Silvana, “Foucault, actitud
crítica y modo de vida”. En Diálogos, Revista del Departamento de
Filosofía, Universidad de Puerto Rico. Año XLV, Número 94, Diciembre de
2013. ISSN 0012-2122. Pp. 6-32.
[3] Lemke, Thomas, Casper, Monica y Moore, Lisa. Biopolitics. An Advanced Introduction, New York: New York Press, 2012, pp. 33 y
ss. “…Michel Foucault introduced a concept of biopolitics that broke with the
naturalist and politicist interpretations (…) In contrast to the former
conception of biopolitics, Foucault describes biopolitics as an explicit
rupture with the attempt to trace political processes and structures back to
biological determinants. By contrast, he analyzes the historical process
by which “life” emerges as the center of political strategies. Instead
of assuming foundational and ahistorical laws of politics, he diagnoses a
historical break, a discontinuity in political practice. From this perspective,
biopolitics denotes a specific modern form of exercising power.”
[4] Dentro
de las primeras se encuentran las teorías organicistas, que conciben lo social
a imagen de un organismo vivo, los racismos de distintos tipos, así como las
más actuales tendencias biologicistas. Dentro de las perspectivas que ubican el
acento en la necesidad de regulación política de los procesos biológicos,
encontramos desde las preocupaciones ecológicas con miras en la preservación y
conservación de la vida biológica y humana,
hasta aquellas centradas en las posibilidades productivas y expansivas
ligadas a la emergencia de la biomedicina y las biotecnologías, Lemke,
Thomas, Casper, Monica y Moore, op. cit., pp. 3-4.
[5]
Lemke,
Thomas, Casper, Monica y Moore, op. cit., p. 34.
[6]
Lemke,
Thomas, Foucault, Governmentality, and
Critique. New York: Paradigm Publishers, 2012, p. 17.
[7] Castro, Edgardo, Lecturas
foucaulteanas: una historia conceptual de la biopolítica. La Plata: UNIPE,
2011, p. 39.
[8] Castro, Edgardo, Lecturas
foucaulteanas…, op. cit., p. 40.
[9] Foucault, Michel, Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión.
Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina, 2002, 175 y ss.
[10] Foucault, Michel, Vigilar
y castigar…, op. cit., p. 19.
[11] En relación a ello sugerimos
revisar la clase del 25 de enero de 1978 correspondiente al curso Seguridad,
territorio, población en la que Foucault avanza en la caracterización y
distinción analítica de la normación disciplinaria y la normalización
securitaria, Foucault, Michel, Seguridad,
territorio, población, op. cit., pp. 75 y ss.
[12] Foucault, Michel, Seguridad, territorio, población, op.
cit., p. 136.
[13] FOUCAULT, Michel. “Subjetividad y verdad”. En: Obras
esenciales. Barcelona: Paidós, 2010, p. 908.
[14]
Lemke,
Thomas, Foucault…, op. cit., pp.
17-20.
[15] Foucault, Michel, Vigilar
y castigar…, op. cit., p. 175.
[16] Foucault, Michel, Vigilar y castigar…, op. cit., p. 175.
[17]
“When I was studying asylums, prisons, and so on, I insisted, I think, too much
on the techniques of domination. What we can call discipline is something
really important in these kinds of institutions, but it is only one aspect of
the art of governing people in our society. We should not understand the exercise
of power as pure violence or strict coercion. Power consists in complex
relations: these relations involve a set of rational techniques, and the
efficiency of those techniques is due to a subtle integration of coercion-technologies
and self-technologies.” Foucault,
Michel, The Politics of Truth. New
Tork: New Press, 1997, pp. 182. (La traducción es nuestra).
[18]
Foucault, Michel, Seguridad, territorio, población, op.
cit., p. 223.
[19]
Foucault, Michel, Seguridad,
territorio, población, op. cit., pp. 221-296.
[20] Foucault, Michel, Seguridad, territorio, población, op.
cit., pp. 222-227.
[21] En este sentido
Foucault pasará a concebir la distinción entre la moral y la ética, en tanto la
moral constituye el seguimiento de pautas de conducta impuestas por diferentes
tecnologías de poder que los sujetos internalizan y a partir de los cuales se
conducen en el desarrollo de sus vidas. La ética, por el contrario, constituirá
el dominio de las prácticas del sujeto respecto de sí mismo, con independencia
de los mecanismos de poder que pretendan gobernar su conducta.
[22] Foucault, Michel, La
hermenéutica del sujeto. Curso en el Collège de France 1981-1982. Buenos
Aires: Fondo de Cultura Económica, 2009, p. 246.
[23] Foucault, Michel, Vigilar
y castigar…, op. cit., p 225.
[24] “Foucault”.
En: FOUCAULT, Michel. Obras esenciales, op. cit., p. 999.
[25] “Foucault”. En: FOUCAULT, Michel. Obras esenciales, op. cit., p. 999.
[26] Foucault, Michel, El
Gobierno de sí y de los otros. Curso en el Collège de France 1982-1983, trad. Por Horacio Pons. Buenos Aires:
Fondo de Cultura Económica, 2009, p. 49.
[27] Foucault, Michel, El
Gobierno de sí…, op. cit., p. 53.
[28] Foucault, Michel, “¿Qué es la Ilustración?” En: Obras esenciales, op. cit., p. 978.
[29]
Foucault, Michel, “¿Qué es la Ilustración?” En: Obras esenciales, op. cit., p.
984.
[30] Foucault, Michel, “¿Qué es la Ilustración?” En: Obras esenciales, op. cit., p. 986.
[31] Foucault, Michel, “¿Qué es la Ilustración?” En: Obras esenciales, op. cit., p. 986.
[32] Foucault, Michel, “¿Qué es la Ilustración?” En: Obras esenciales, op. cit., p. 5.
[33] Foucault, Michel, “¿Qué es la Ilustración?” En: Obras esenciales, op. cit., p. 7.
[34] Foucault, Michel, “¿Qué es la Ilustración?” En: Obras esenciales, op. cit., p. 7.
[35] Foucault, Michel, “¿Qué
es la Ilustración?” En: Obras esenciales,
op. cit., p. 8.
[36] Indudablemente Foucault
realiza un juego de palabras con el título del libro de Étienne de La Boétie, Discours de la servitude volontaire ou le
Contr'un (Discurso sobre la servidumbre voluntaria o el Contra uno),
publicado en 1576.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)